INTERVENCIÓN DE S.E. LA PRESIDENTA DE LA REPÚBLICA
MICHELLE BACHELET,
EN LA CELEBRACION DEL WE TRIPANTU (AÑO NUEVO INDIGENA)
Mari Mari Pu Lamien ! (Lengua mapuche)
Mari Mari kom pu che ! (Lengua mapuche)
Iorana Korua ! (Lengua pascuense).
Yo quiero saludar muy contenta este día a nuestras amigas y amigos, hermanas y hermanos de los pueblos originarios, atacameño, kawashkar, rapa-nui, aymara, colla, mapuche-Lafkenche, Pehuenche y Huilliche, y espero que pronto diaguitas, que también van a tener reconocimiento. Y también saludar aquí a los representantes de los primeros pueblos del Canadá que hoy día nos acompañan.
Hace pocos días, en el norte, hemos celebrado el Machac Mara del Pueblo Aymará, y hoy nos reúne la víspera del We Tripantu, el año nuevo mapuche. Y esto nos habla de una sociedad que desea aprender y enriquecerse de los valores y la cultura de todos sus miembros.
Y esto tiene que ver muy profundamente con el tipo de país, de sociedad que queremos ser. Queremos un país cada vez más participativo, digno y justo para todos. Y también, por cierto, para los pueblos indígenas, para nuestros pueblos originarios. Un país inclusivo, sin discriminaciones.
Queremos que nuestros hermanos y hermanas indígenas, hombres y mujeres, sean reconocidos y valorados por su dignidad, por su dignidad que además es ancestral, pero también por su dignidad como ciudadanos.
Y por ello es que estoy convencida que el camino del diálogo y la participación es el que nos fortalece como sociedad que es respetuosa y orgullosa de su diversidad.
Yo sé que la mayoría de nuestros hermanos indígenas en el país creen en estos caminos y confío que podremos seguir avanzando en los propósitos comunes.
En enero pasado, junto con dirigentes y consejeros indígenas, concordamos promover un gran proceso de diálogo en torno a las propuestas e intereses de los pueblos indígenas. Pensamos en esa oportunidad, en que yo era candidata, que a 16 años del Acuerdo de Nueva Imperial y a 13 años de la Ley Indígena, era un buen momento para ver cuánto hemos avanzado, qué estamos haciendo bien y, por otro lado, qué nos falta. Hacer una evaluación profunda de cuánto habíamos logrado y cuánto nos faltaba, para mirar qué tenemos que mantener, continuar, fortalecer, o qué tenemos que cambiar.
Los dirigentes me han informado del avance de este diálogo y han reafirmado su voluntad y compromiso para que, en el plazo que tenemos de aquí hasta el mes de octubre, que es una buena fecha, porque es el aniversario en ese mes de la Ley Indígena, podamos contar con el resultado participativo de las diversas comunidades y organizaciones del país.
Ciertamente, vamos a encontrar, de seguro, que hay cuestiones que hay que mantener y fortalecer, pero también hay otras que debemos revisar. Y, claro, nuevas cosas que han aparecido, que hace 16 años no estaban en la agenda, no estaban en la conciencia o no habían surgido, y que tenemos que incorporarlas en esta nueva fase.
Queremos hablar de eso, pero queremos hacerlo desde las propias comunidades y desde las propias organizaciones.
Abordar, por ejemplo, algo que si bien es transversal, también es importante, que es la difícil realidad indígena de las ciudades, a veces que es invisible ante nuestros ojos. Como nos muestra la poesía de Miguel Angel Antipán:
En medio de la gran ciudad dejé
mi manta, mi sombrero.
Mi canto se entristeció.
Mi canto del río desapareció
en el viento del otoño.
Ya no escucho la voz de los ancianos.
Ya no escucho la voz de mi madre.
Ellos se han ido a la tierra azul
Me he quedado solo.
Me he quedado solo.
Queremos hablar, entonces, también de la necesidad, en este análisis de qué hacer en una nueva etapa, de una nueva política indígena urbana. De una acción permanente, que también a nivel de las ciudades, rescate y apoye el fortalecimiento de la identidad de los pueblos indígenas. Y que a la par, tanto en las ciudades como a lo largo de todo nuestro país, se proponga terminar con la discriminación. Que Chile reconozca a nuestros hermanos indígenas, que también en la ciudad y a lo largo de Chile, desde su identidad cultural, contribuyen a hacer grande a nuestra patria.
Todo ello lo queremos hacer en un ejercicio participativo, de manera que las propuestas sean validadas por las distintas organizaciones y agrupaciones indígenas.
Otro tema relativamente nuevo, y que ha surgido del trabajo con consejeros y comunidades, es la dimensión medioambiental de la política indígena.
Por eso, porque ésta es una dimensión en su conjunto que me importa como país, es que he enviado al Congreso Nacional el proyecto que nombra un ministro o ministra del medio ambiente, que a partir de ello podamos estructurar una institucionalidad y política medioambiental a la altura del Chile de hoy.
Y esta política debe incluir, por cierto, el desarrollo sustentable de las comunidades y de los pueblos indígenas.
Para, por ejemplo, considerar, con todos los actores involucrados, el uso del recurso agua, con una visión integral y de sostenibilidad del medio ambiente, de los asentamientos humanos, pero también del desarrollo que requiere nuestro país.
Yo comparto las preocupaciones e inquietudes de los pueblos indígenas. También sé de los compromisos, algunos de larga data y que están muy vigentes. Y, por cierto, de las cosas que debemos perseverar.
Por eso que vamos a dar comienzo a una segunda etapa del Programa Orígenes. En el diseño de esta segunda etapa, hemos asegurado la participación de las comunidades y su dirigencia, en todas las etapas de su desarrollo.
Porque el Programa Orígenes, probablemente ha tenido muchas cosas muy positivas, pero hay otras cosas que seguro podemos mejorar. Y queremos que esta mejora sea participativa.
En esta segunda etapa vamos a incorporar 1.000 nuevas comunidades a este programa, para fortalecer sus capacidades en organización territorial, desarrollo productivo, educación y salud, entre otras áreas.
Y un criterio importante para seleccionar a los participantes del programa, será que las comunidades también hayan recibido tierras por parte de CONADI en los últimos años. Porque queremos hacernos cargo de algo que han planteado las propias comunidades, que no basta con sólo tierras, necesitan a esas tierras darle un mejor uso y queremos hacer sustentables estos traspasos y asegurar una mejor calidad de vida en ellas.
Pero, a la vez, quiero anunciar, al mismo tiempo que he señalado que en esta segunda etapa vamos a tener 1.000 comunidades incluidas, que vamos a sentar las bases para una Tercera Fase del Programa Orígenes, de manera que al cabo de esta última fase, todas las comunidades en Chile hayan estado incorporadas a esta estrategia de desarrollo con identidad.
Y en esta línea de fortalecer la política indígena, de ampliar los derechos y apoyar el desarrollo de nuestros pueblos, de nuestros pueblos originarios, hemos también decidido ampliar, en estos cuatro años de gobierno, el Fondo de Tierras, así como los recursos para mejorar caminos rurales, ampliar la cobertura de agua potable rural, ampliar y perfeccionar el sistema de becas indígenas, así como la necesidad de más hogares indígenas, que es una necesidad que uno recoge a lo largo de todo el país.
Si una de las transformaciones fundamentales, que yo he definido para estos cuatro años, es la reforma a la educación y la reforma a la calidad de la educación, ese proceso es un proceso en el cual nuestros indígenas también tienen que estar plenamente incorporados.
De esa manera, queremos ir buscando una respuesta integral a las necesidades de todas las comunidades indígenas de Chile.
Y yo quiero hacer aquí un público reconocimiento al papel que ha jugado el Consejo de la CONADI. El Consejo ha permitido fortalecer el Fondo de Tierras como un camino institucional para ir resolviendo cuestiones de tierras.
Es un camino largo, que muchas veces ha requerido paciencia, pero que permite transitar a un procedimiento que da garantías a todos.
Pero no se trata sólo de pobreza, se trata de hacernos cargo de las necesidades más urgentes de nuestras comunidades y organizaciones indígenas.
Se trata, también, de reconocer a los pueblos que son diversos, con su cultura, sus lenguas, sus costumbres. Se trata también, en esencia, aquí como en otras áreas de trabajo del gobierno, de dignidad, de inclusión, de participación.
Por eso que estamos trabajando para un país más abierto, más dialogante, más tolerante. Una democracia más profunda y más efectiva.
Y así como las mujeres hemos ido ganando espacios políticos en la sociedad, y ustedes saben que eso ha significado un gran esfuerzo, tengo la esperanza, compartida con ustedes, que hombres y mujeres indígenas seguirán asumiendo nuevos liderazgos en los municipios, en el Parlamento y en el gobierno.
Muestra de ello son los liderazgos que han ganado la confianza del voto ciudadano y hay muchos alcaldes y concejales de sus comunas, a quienes vamos a apoyar en recursos y gestión, con un programa especial de la Subsecretaría de Desarrollo Regional, dirigido a comunas con presencia relevante del mundo indígena.
De eso se trata, también de valorar no sólo en lo propio, en su identidad cultural, sino que también en su participación como ciudadanos, en su participación como seres políticos que tienen opinión y quieren dar su fuerza y su opinión en la construcción del país.
Por eso que vamos a propiciar la participación de representantes indígenas en la discusión de los grandes temas de política pública que cruzan nuestra sociedad. Por eso incluiremos a miembros de las organizaciones en el Consejo Asesor de Educación, que vele por las cuestiones específicas del mundo indígena y que también lo haremos en otros espacios.
En materia internacional, vamos a apoyar que puedan participar más activamente también las organizaciones y sus representantes, en los foros internacionales más importantes.
Aún más, durante mi gobierno queremos avanzar en la designación de agregados culturales de origen indígena, que muestren a la comunidad internacional la creciente inclusión de nuestros pueblos a la vida institucional del país.
Por ello confío en que, hoy más que ayer, existen mayores condiciones de valoración de la diversidad en nuestro país. Menos fantasmas y desconfianzas para avanzar en una cosa que es fundamental, que es la ampliación y reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas de Chile.
Y en este camino y en este campo de reconocimiento de derechos, tenemos pequeños y tenemos grandes avances. Y tenemos deudas, a las cuales me voy a referir también, y cuando estoy hablando de deudas, me refiero a deudas como sociedad. Tenemos algunos avances, sí. Desde la posibilidad de celebrar matrimonios en la lengua originaria, si así lo piden los contrayentes, hasta las recientes aprobaciones en primer trámite de la ley de borde costero a favor del pueblo lafkenche y de la reforma constitucional para el Estatuto Especial para Rapa-Nui. Es un signo de mayor respeto y de integración.
Pero no basta. Queremos que todo lo que hemos avanzado no dependa de la voluntad buena o mala de un gobernante. Queremos que los derechos sean parte más constitutiva de nuestro país. Y es por eso que, y este mismo espíritu que nos ha permitido tener avances, esperamos que este mismo espíritu nos acompañe, porque queremos lograr, al más breve plazo, la ratificación del Convenio 169 y el reconocimiento constitucional de los pueblos originarios.
Mi compromiso es hacer todo lo que esté a nuestro alcance para esta tarea.
Chile y los pueblos indígenas sin duda se lo merecen.
Muchas gracias.
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Santiago, 23 de junio de 2006.